Friday, February 7, 1997

Cuba Necesita Una Visita Del Papa

Al reflexionar sobre las recientes visitas de SS Juan Pablo II a los EE UU y Centro América, recuerdo aquellos dias y meses que sucedieron al nombramiento del Cardenal Karol Wojtila de Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Allá en Cuba, en 1978, las noticias que no tuviesen importancia como propaganda política se filtraban mas que se difundían entre el pueblo. Así supimos por la Voz de las Américas y la BBC (seguido por escuetos cables de Granma), que se había elegido por primera vez un Papa de origen eslavo y de un país sometido por el comunismo. Para los cubanos católicos en la isla, resultó esperanzador tener un Papa conocedor, por experiencia propia, de la difícil situación del creyente en regímenes totalitarios y ateos.

Gracias a la Nunciatura del Vaticano en La Habana, se logró exhibir en 1979 en las iglesias cubanas una película donde se mostraba el immenso gentío que asistía a una de las primeras misas al aire libre del entonces recién inaugurado Papa en su Polonia natal. Eran impresionantes esas imágenes. Para cristianos casi "de catacumbas" como éramos en aquel periodo los católicos cubanos, el percatarnos de la libertad espiritual de los polacos nos brindó un inesperado sostén y apoyo moral. Ser creyente en Cuba no era, como quizás se piense erroneamente, el estar sometido a la represión directa, sino ser considerado un extraño especímen que solo podía aspirar a existir como un ciudadano de segunda categoría. En las escuelas, en los centros de trabajo, éramos personas "con resabios ideológicos y lacras del pasado que tenían que ser superadas".

Así pués, grande fue el asombro y regocijo del católico cubano al presenciar decenas de miles de personas que celebraban su fe católica, en circunstancias similares a las nuestras. Porque leer en una enciclopedia que en Polonia el 90% del pueblo es católico no tiene el mismo impacto que ser testigo ocular de la fe arraigada en el hermano país. Los años han transcurrido, y de aquel mundo bipolar que encontró Juan Pablo II al convertirse en el lider de la iglesia universal quedan solo vestigios. El socialismo real de Europa del Este se desmoronó, pero en Cuba el sistema se ha adaptado y convertido ahora en un insólito pastiche que mezcla rasgos negativos de varios sistemas: la represión y falta de respeto al derecho del individuo, típico del comunismo, una economía protocapitalista y neoliberal con mano de obra feudal y el paternalismo típico de las dictaduras latinoamericanas.

En medio de este triste panorama, al que se le suman mas penurias y estrecheces como consecuencia del reforzado embargo norteamericano a la isla, podemos apreciar que gran parte de los creyentes cubanos han tomado el camino del exilio, pero otros muchos también han permanecido en la isla y otros, como hijos pródigos, han retornado a la fe cristiana o la descubren y se unen a ella por vez primera.

Una visita del Papa a Cuba, cuyo suelo es el único en este hemisferio que queda sin ser besado y bendecido por el pontífice, no le dará al gobierno cubano ni mas ni menos reconocimiento que el que ya posee. Es inconcebible que desde el exilio se critique una posible visita de Papa a la isla o su interés en solucionar de manera pacífica la crisis cubana y eliminar o aliviar el sufrimiento del pueblo. Coinciden con la dirigencia de la isla la cual, siempre con mentalidad carcelera y temerosa de que cualquier acto multitudinario (como serían los del Papa) degenere en un disturbio social, puso todo tipo de trabas a la visita.

Mientras tanto, el tiempo pasa y lo que se viene planeando y deseando desde 1991 quizás se logre por fin en el año entrante. A esos cristianos que han permanecido en Cuba les urge el contacto directo con el Papa y recibir su mensaje de amor, reconciliación y paz. A ese sufrido pueblo, flaco en materia y esperanza, y especialmente a los fieles cubanos, esos que no han claudicado en sus creencias a pesar de décadas de antagonismo oficial, les es imperativo tener un contacto directo con el príncipe de la esperanza y el amor.