Monday, May 20, 2002

Reflexiones desorganizadas sobre el 20 de mayo de 1902

I

Tengo una confesion que hacerles. A traves de la mayor parte de mi vida, el 20 de mayo de 1902 solo ha despertado una especie de encogimiento de hombros sicológico, algo asi como una fecha a la que uno no sabe a que atenerse, si celebrarla, despreciarla o ignorarla.

A pesar de haber crecido dentro de una familia decididamente opuesta al proceso revolucionario, a pesar de que mi mente joven siempre descifraba y procesaba opuestamente toda la propaganda politica del castrismo que desvirtuaba y descontaba la etapa republicana, pues algo de ese veneno o cizaña debe de haber hecho mella en mi psiquis para que siempre evaluara de manera si no despectiva al menos indiferente ese dia y su significado.

Otras fechas, como el 10 de octubre, el 24 de febrero, el 7 de diciembre, incluso el 13 de marzo, siempre fueron y son capaces de traer en mi sentimientos de patriotismo y cubania. Pero no el 20 de mayo. Creo que no soy el unico en mi generacion con este dilema. La repeticion constante sobre la Enmienda Platt, el problema de las intervenciones norteamericanas en los primeros anos y la caracterizacion del evento como el comienzo de la republica 'mediatizada' o 'seudorepublica' siempre encontraron en mi algo asi como un poco de resignada aceptación al hecho de que la republica inaugurada el 20 de mayo de 1902 no era motivo para celebrar.

II

Vivir de niño y jovencito en La Habana, en el Vedado, y especificamente en esa franja de cuadras entre Paseo y la Calle G, las señoriales Avenidas de los Alcaldes y los Presidentes era vivir entre los hombres de bronce o piedra, algunos ecuestres, algunos de pie, otros sentados, que representaron en esas avenidas los proceres ilustres de nuestro pais. Para un niño como yo, que de una forma u otra se acercaba a estos monumentos con la cotidianeidad de la vida diaria, cada uno tenia su significado especial.

El de Calixto Garcia siempre era motivo festivo. Llegar a el, cuando niñito, era la ocasion especial cuando mi padre cedia a las peticiones de mi hermana y mia y nos bajaba en sus alrededores, donde nos trepabamos sobre los canones que apuntaban al Malecon y alli repeliamos invasiones de piratas o ingleses. Ya en la adolescencia, este monumento al igual que el del Maine, se convertian en puntos intermedios de nuestro mataperreo juvenil, que terminaba casi siempre en un baño en las aguas del Malecon.

El monumento de Alejandro Gonzalez(?) nunca me intereso sino hasta que sali de Cuba saber quien rayos fue. Estaba ahi, y lo mirabamos con el laconicismo de un amigo callado. Se veia desde todas partes, desde todas las colas de aquella prominente esquina de Paseo y Linea. Podia uno estar en la oficina de correos del antiguo edificio de Mirta de Perales, o en la cola del cine Trianón, o en la de Potin, y el apuesto jinete representando al primer alcalde capitalino estaba alli, sobresaliendo sobre el coro silente de alamos y bancos verdes, aguantando la lluvia, el sol o las descargas de los gorriones habaneros.

Ah, y habian mas en la Avenida de los Presidentes o calle G, doblando desde Primera o Tercera pendiente arriba, nos encontrabamos con Estrada Palma y Jose Miguel Gomez, siempre al camino de la secundaria o del preuniversitario. Don Tomas, de pie como dando un discurso, con su musa a los pies recostada tomando notas, pluma y manuscrito en mano. Mas G arriba, Jose Miguel, por su parte, en un gigantesco semicirculo de columnas mucho mayor que el papel que el que el afable caudillo haya tenido en nuestra historia.

Recuerdo el dia que los tumbaron. Fue a mediados de los años setenta. Regresaba de mis clases de educacion fisica en el parque Jose Marti y vi unas grandes gruas en el parque lineal de G. Supuse sería un poblema electrico, ya que eran muy grandes los equipos para suponerlos dedicados a la poda de arboles. Gran fue la sorpresa mia, y de muchos habaneros, al ver al dia siguiente como de la estatua de Estrada Palma solo quedaban los zapatos, el pedestal, y ahora la pobre musa con aspecto desorientado, tomando notas del aire. Hasta la leyenda la arrancaron, letra a letra, aunque la huella de la inscripcion se delataba al contrastarse el color del pedestal contaminada por decenas de anos a la intemperie. A Jose Miguel no le fue mejor...

III

Mucho hace falta para reinvidicar nuestra historia ante las nuevas generaciones de cubanos. Rescatar nuestro pasado, con errores pero tambien con aciertos, debe ser tarea primordial cuando se re-escriba la historia de Cuba. De Don Tomas, deberiase saber por cada chico cubano, ademas de sus vacilaciones y lamentables llamados a la intervencion norteamericana, que fue quizas el hombre mas honrado que jamas haya pasado por la presidencia, y eso solo debiera ser motivo para realzar su memoria en este hemisferio nuestro plagado de escandalo y corrupcion. Ojala y se recapacite pronto y su estatua sea repuesta de donde nunca debio derrumbarse. Seria algo para preguntarle al actual historiador de la ciudad, un hombre pensante, dicen.

Que decir de Mario Garcia Menocal, otro presidente embadurnado por la nueva historia cubana? Dicen “los mayores” que su sepelio constituyó el mayor acto de dolor publico y a la vez espontaneo jamas visto en la capital cubana. Creo que a un hombre malo no se le lamenta su muerte de tal forma.

Ahora, a los cien años de la instauracion de nuestra republica, quizas con la madurez que se adquiere al observar la vida y el proceso politico, he podido revalorizar este dia y su tremendo significado para nuestra joven nacion. Todo no se puede conseguir de un tiron, pero los hombres del 68 y del 95 de seguro se sintieron orgullosos de aquel dia, y asi me siento yo ahora. Nuestra republica es joven, ya que 100 años no son sino un pestañazo para la historia.

La fecha de seguro hoy ha de ser evocada por muchos de mis compatriotas con los consabidos vitores de 'Abajo Castro' y no con el espiritu de analisis y autoreflexion que necesitamos. Claro, es concebible que asi sea, ya que el viejo tirano ha acaparado la atencion de nuestro pais por ya 50 años y de ellos 43 en el poder, o sea, la mitad de nuestro recorrido como nacion soberana. Pero seria necesario 'pararnos' y pensar en que somos, que queremos y que haremos para que esa Cuba post-Fidel que tenemos al doblar de la esquina sea una de luces, no de sombras.

DN 20 de mayo del 2002